lunes, 7 de octubre de 2013

El Papa Francisco y la Teología de la liberación.

Últimamente han aparecido afirmaciones y desmentidos sobre la postura del Papa, antes cardenal Bergoglio, respecto de la Teología de la liberación. El hecho de mantener como Presidente de la Congregación para la Doctrina de la fe al cardenal Müller, amigo y coautor de un libro con Gustavo Gutiérrez, parecía un apoyo del Papa Francisco a las tesis del la Teología de la Liberación.

Un artículo del Arzobispo Filippo Santoro <http://www.aciprensa.com/noticias/cuando-bergoglio-derroto-a-los-teologos-de-la-liberacion-recuerda-arzobispo-82582/#.UlGs0FCpUkg>, publicado el 28 de septiembre último, clarifica notablemente el pensamiento del Papa. Esencialmente la diferencia entre ambas posiciones está en que la postura del Papa coloca la prioridad en el enfoque de la fe, que parte de la acción del Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo en la Historia y en la Iglesia; y esta afirmación se hace explícitamente y para dar vida al espíritu del discípulo misionero que se adentra en la realidad social de injusticia y del grito de los pobres. He aquí alguna de las ideas del citado artículo.

Para este obispo, que estuvo presente en la V Conferencia del CELAM en Aparecida, El magisterio y la acción pastoral del Papa Francisco son el fruto maduro de dicha conferencia general del episcopado latinoamericano, que se realizó en Brasil, en el santuario mariano de Aparecida, en mayo de 2007,

El mismo obispo cita un párrafo del Clodovis Boff donde explica esa postura e indica que, sobre el tema del pobre como principio epistemológico de la Teología de la liberación, cuando se plantea la cuestión del pobre como principio, y si se pregunta si no viene antes el Dios de Jesucristo, la teología de la liberación suele dar un paso atrás y no lo niega. Pero lo que causa el problema es su 'indefinición' sobre una cuestión capital en la esfera del método; pues el dato de la fe representa un dato presupuesto, que permanece a la espalda, en lugar de colocarse como un principio operante y siempre activo.

Sin embargo esta ambigüedad quedó superada en la conferencia de Aparecida. Gracias a la intervención decisiva del Cardenal Jorge Bergoglio, que actuaba como presidente de la comisión encargada de la redacción final del documento. Dicho documento comienza invocando a la Santísima Trinidad: “Lo que nos define no son las circunstancias dramáticas de la vida, ni los desafíos de la sociedad, ni las tareas que debemos emprender, sino ante todo el amor recibido del Padre gracias a Jesucristo por la unción del Espíritu Santo”; porque según él, respecto a la dureza de la realidad, era mejor empezar con una especie de himno de alabanza a Dios.

La disputa abierta en la teología latinoamericana no estaba tanto en el uso del análisis marxista, y menos aún sobre la necesidad de una mediación de las ciencia sociales, sino sobre el origen de la novedad cristiana. Así que, en Aparecida, resalta la perspectiva de la fe y el sujeto nuevo que está en el origen de la liberación cristiana, el cual nace de algo que se diferencia del puro dinamismo social, no es fruto del esfuerzo del hombre y tampoco de la programación pastoral. La originalidad viene de la irrupción del Espíritu en la historia. Aparecida aportó, pues, una contribución notable y marcó un cambio de posición válido no sólo para América Latina, sino para toda la Iglesia.

Sin embargo, la ambigüedad sigue presente, porque el Papa Francisco, en su reciente viaje a Brasil, en el encuentro con la presidencia del CELAM, volvía sobre algunas tentaciones contra el discipulado misionero, y hablaba de la "ideologización del mensaje evangélico", afirmando: "Es una tentación que se dio en la Iglesia desde el principio: buscar una hermenéutica de interpretación evangélica fuera del mismo mensaje del Evangelio y fuera de la Iglesia. Un ejemplo: Aparecida, en un momento, sufrió esta tentación bajo la forma de asepsia. Se utilizó, y está bien, el método de ‘ver, juzgar, actuar’. La tentación estaría en optar por un ‘ver’ totalmente aséptico, un ‘ver’ neutro, lo cual es inviable. Siempre el ver está afectado por la mirada. No existe una hermenéutica aséptica. La pregunta era, entonces: ¿con qué mirada vamos a ver la realidad? Aparecida respondió: Con mirada de discípulo”.

sábado, 15 de junio de 2013

A la Iglesia: Salir de sí misma...


El Arzobispo de Los Ángeles (Estados Unidos), Mons. José Gómez, exhortó a los fieles a seguir la exhortación del Papa Francisco de dejar de lado las seguridades y salir “de nuestros piadosos ‘cascarones’” para emprender la misión evangelizadora a la que está llamada La Iglesia.

“El Papa Francisco nos está diciendo a todos en la Iglesia que debemos salir de nuestros piadosos ‘cascarones’: dejar las prácticas y patrones cómodos que nos ‘protegen’ de las exigencias de realmente vivir la fe en nuestra vida c
otidiana”, afirmó el Prelado en su última columna enviada a ACI Prensa.

Mons. Gómez explicó que este llamado a la Iglesia “‘a salir de sí misma’ y luchar contra la tentación de mirar hacia dentro y ensimismarse” es una constante en las palabras del Papa Francisco.

“De hecho, este fue el tema de su charla al colegio cardenalicio
 antes del cónclave que lo eligió. En esa charla, dijo: ‘La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria’”.

“Tenemos que superar nuestras tendencias naturales a mirarnos a nosotros mismos para que podamos realmente vivir por el bien de los demás y por la misión de la Iglesia”, añadió.

El Arzobispo explicó que el Papa ha usado varias veces en sus escritos la palabra “autorreferencial” para referirse a “la tentación a centrarnos demasiado en nuestros ministerios, nuestras estructuras internas y nuestros programas”.

“Cuando hacemos esto, perdemos nuestro instinto evangélico. Nos convertimos en ‘administradores’, pero no apóstoles, dice el Papa Francisco”, advirtió.

En ese sentido, el Prelado indicó que si bien todo comienza en una profunda vida de oración, “no podemos detenernos ahí. No nos podemos olvidar que la Iglesia existe para evangelizar, y que el don de la fe nos fue dado para que podamos compartirlo con los demás”.

Mons. Gómez dijo que “en su discurso ante el cónclave el Papa Francisco se refirió a la antigua idea católica del mysterium lunae (‘el misterio de la luna)”, en referencia a que “los padres de la Iglesia solían decir que la Iglesia es como la luna y Cristo es el sol. La luna no tiene luz propia. Solo refleja la luz del sol”.

“Así también debería ser para cada uno de nosotros como discípulos y para la Iglesia. Así como la ‘luna’, nosotros tampoco tenemos luz propia. Solo tenemos la luz que nos viene del ‘sol’, de Jesucristo. En nuestras propias vidas estamos llamados a reflejar la luz de Jesucristo; estamos llamados a llevar su luz a nuestro mundo; para disipar las tinieblas dando un testimonio fiel de su Resurrección”, afirmó.

En ese sentido, el Arzobispo de Los Ángeles invitó a los católicos a orar los unos por los otros y “estar más unidos a nuestro nuevo Papa Francisco”. “Pidamos a la Santísima Madre que nos ayude para que podamos salir de nosotros mismos, para buscar a los que están perdidos y para reflejar la luz de Cristo en nuestros ministerios y en todo lo que hacemos”, concluyó.


        Fuente: http://www.aciprensa.com/noticias/mons-gomez-salgamos-de-nuestros-cascarones-para-evangelizar-63421/#.UWUXRZO9Akg

domingo, 21 de abril de 2013

El papa quiere llevar a la Iglesia...

José Rodríguez Carballo, ministro general de la Orden Franciscana:
"Francisco quiere impulsar el ecumenismo y cambiar el rostro de la Curia romana"
"El Papa va a llevar a la Iglesia a ser más pobre, más sencilla, a estar más cerca de la gente"
"Para los franciscanos, el nombramiento de Francisco es una gran alegría y un gran desafío". José Rodríguez Carballo, Ministro General de la Orden Franciscana, sostiene que la designación de Bergoglio como nuevo Papa supone un llamamiento para "llevar a la Iglesia a ser más pobre, más sencilla, a estar más cerca de la gente". En esta entrevista con RD durante su presencia en Madrid con motivo de la 42 Semana Nacional de la Vida Religiosa, Carballo sostiene que el Pontífice "quiere cambiar el rostro de la Curia", así como "impulsar el ecumenismo y el diálogo con el hombre y la mujer de hoy", y afirma que Francisco "es una persona muy cercana, que escucha, y muy profunda. Va a lo esencial. Y esto se agradece en estos momentos"

Es un momento muy interesante para la Iglesia y para la orden franciscana, con un Papa jesuita, que ha adoptado el nombre de San Francisco de Asís. ¿Cómo afrontan este hecho los franciscanos?
- Ante todo, con mucha alegría. Para nosotros ha sido una gratísima sorpresa. No nos lo esperábamos, aun cuando bromeando decíamos en alguna ocasión que el próximo Papa se llamaría Francisco. Pero yo pienso que nadie lo creía. Y unida a esta gran alegría, para nosotros es un gran desafío.

¿En qué sentido?
- En cuanto que para nosotros el hecho de que se hable tanto de San Francisco nos está pidiendo, como digo yo muchas veces a nuestros frailes, que no vivamos tanto de Francisco sino como Francisco. Entonces, interroga nuestra vida, nuestro estilo de vida, nuestra apertura al mundo, nuestro estar con la gente, la dimensión fraterna de nuestro carisma. Yo vivo este momento como un gran desafío, y con enormes posibilidades para revisar nuestra propia identidad de hermanos menores. Y estoy convencido que el Papa nos va a ayudar a ello. Y también a la propia Iglesia a recuperar un aspecto que desde fuera parece un poco perdido, y es esa invitación a construir una Iglesia pobre y para los pobres. Francisco parece que se está empeñando mucho en dejar clara esta postura... Esto nos demuestra también que no ha sido una elección casual el nombre de Francisco. Sino que, con este nombre, el Papa quiere llevar a la Iglesia a ser más pobre, a ser más sencilla, a estar más cerca de la gente. Esto no quiere decir que en la Iglesia no haya habido y no haya en este momento sacerdotes, religiosos, obispos, cardenales, fieles... que vivan todos estos valores. Pero tal vez las estructuras que tenemos no siempre nos llevan a mostrar este rostro particular de la Iglesia que quiere Francisco.

¿Cuáles son los grandes retos que tendrá que afrontar, tanto ad intra, como ad extra, el nuevo Papa?
- Por lo que se ve, ad extra él quiere impulsar el ecumenismo, el diálogo interreligioso, el diálogo con el hombre y la mujer de hoy, sean creyentes o no creyentes. Ad intra, también parece que quiere cambiar el rostro de la Curia romana, y tendremos que esperar y ver qué nos depara el Papa Francisco.

¿Y qué cree que nos esperará?
- Sin duda, lo que nos deparará es lo que el Espíritu en este momento sugiere, sopla y quiere de la Iglesia. Porque estoy convencido que el Espíritu nos ha dado el Papa que en estos momentos necesita la Iglesia y el mundo.

A diferencia de otras ocasiones, "el mundo" ha recibido con una inusual unanimidad favorable el nombramiento de Francisco y sus primeros gestos...
- Bueno, es que son gestos que cautivan. Y sobre todo cautiva el hecho de que los hace con naturalidad. Es decir: no los hace porque es Papa. Es que estos son los gestos que él vivía, y que él hacía cuando era arzobispo de Buenos Aires. Le salen naturales y esto es lo que realmente gusta, cautiva y llama la atención. No es teatro absolutamente, sino que es una forma de vida, que después se manifiesta en algunos gestos.

¿Ha tenido ocasión de hablar con él después de su nombramiento?
- Yo ya lo conocía anteriormente, nos encontramos bastantes veces, y sí, tuve ocasión de hablar con él ya como Papa. Tuve la dicha de concelebrar con él el 19 de marzo, el día en que iniciaba el ministerio petrino, y después él me recibió en privado. Por tanto, he tenido ocasión de hablar con él, y tengo que decir lo que dije refiriéndome a los encuentros anteriores, cuando era cardenal. Me da la impresión de tener delante un hermano, un amigo y un compañero de siempre. Realmente, es una persona muy cercana, que escucha, y muy profunda, va a lo esencial. Y esto se agradece en estos momentos.


jueves, 18 de abril de 2013

Después de 50 años, ¿hemos hecho lo que pidió el Espíritu Santo?


Francisco exhorta a cumplir lo que el Espíritu Santo pidió a los padres conciliares en Vaticano II.

Durante una Misa celebrada en la capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco advirtió que no se ha cumplido con todo lo que el Espíritu Santo pidió en el Concilio Vaticano II. Se se ha preferido ceder a la tentación de la comodidad. El Santo Padre recordó que el Espíritu Santo siempre “nos mueve, nos hace caminar, empuja la Iglesia a ir hacia delante”. Sin embargo, “somos como Pedro en la Transfiguración: ‘¡Ah, qué bien estamos aquí, todos juntos!’”. Queremos “Que no nos molesten. Queremos que el Espíritu Santo se adormezca… queremos ‘domesticar’ al Espíritu Santo...  Después de 50 años, ¿hemos hecho todo lo que nos ha dicho el Espíritu Santo en el Concilio?

Y eso no funciona. Porque Él es Dios, Él es ese viento que va y viene y no sabes de dónde. Es la fuerza de Dios, es quien nos da consuelo e impulso para seguir adelante. Pero… ¡seguir adelante! Es eso lo que fastidia. La comodidad es mejor”, expresó.

Según informó News.va, Francisco advirtió que eso continúa hoy en día, pues aunque parece que “estamos todos contentos” por la presencia del Espíritu Santo, eso “no es cierto”.

“Esta tentación es todavía actual. Un solo ejemplo: pensemos en el Concilio: el Concilio fue una hermosa obra del Espíritu Santo. Piensen en el Papa Juan: parecía un párroco bueno y fue obediente al Espíritu Santo y convocó el Concilio. Pero después de 50 años, ¿hemos hecho todo lo que nos ha dicho el Espíritu Santo en el Concilio? ¿En esa continuidad del crecimiento de la Iglesia que fue el Concilio? No”.

“Festejemos este aniversario, hagamos un monumento, pero que no nos moleste. No queremos cambiar. Es más: hay voces que quieren ir hacia atrás. Esto se llama ser testarudos, eso se llama querer domesticar el Espíritu Santo, eso se llama convertirse en insensatos y tardos de corazón”, advirtió.

El Santo Padre señaló que lo mismo ocurre en la vida personal. “El Espíritu nos empuja a recorrer un camino más evangélico”, pero nosotros nos resistimos.

Francisco exhortó a los fieles a “no oponer resistencia al Espíritu Santo. ¡Es el Espíritu quien nos hace libres, con esa libertad de Jesús, con esa libertad de los hijos de Dios!”.

“Es ésta la gracia que yo quisiera que todos nosotros pidiéramos al Señor: la docilidad al Espíritu Santo, a ese Espíritu que viene a nosotros y nos hace avanzar en el camino de la santidad, esa santidad tan bella de la Iglesia. La gracia de la docilidad al Espíritu Santo”, expresó el Papa.

miércoles, 10 de abril de 2013

Salir al encuentro...

Reunión de los provinciales dominicos de Europa.
(Fr. Javier Carballo, OP, provincial en España). 

Como viene siendo habitual cada año en la semana de pascua, se han reunido los provinciales y vicarios dominicos de Europa (IEOP). En esta ocasión en Maguncia (Alemania), organizando el encuentro la provincia de Teutonia. En él participaron el Maestro de la Orden, fr. Bruno Cadoré, y varios de sus socios, junto a 33 provinciales y vicarios de las distintas entidades de la Orden en Europa. El tema elegido, con ocasión del aniversario del Concilio Vaticano II, fue precisamente: "¿Cómo estamos construyendo la Iglesia del Concilio Vaticano II?".

La primera reflexión estuvo a cargo del Cardenal Karl Lehmann, arzobispo de Maguncia, en la que disertó sobre "Nuevas vías para las relaciones entre la Iglesia y el mundo: necesidad, experiencias y audacia". Comenzó refiriéndose a las múltiples dimensiones de la relación de la Iglesia con el mundo, a los principios bíblicos y las vicisitudes históricas de esta relación. Después de hacer un sumario recorrido por la evolución del concepto de secularización y, sobre todo, del proceso sociológico a que se refiere, presentó la visión del Vaticano II sobre la relación Iglesia-mundo y el impulso aportado por la Orden Dominicana en las personas de Congar, Chenu y Féret. Por último, expuso algunas tesis sobre la futura recepción de la Gaudium et Spes y la necesidad de un nuevo impulso para afrontar hoy las relaciones de la Iglesia con el mundo. Este impulso debe atender a todas las dimensiones de dicha relación, asumir la necesidad de repensar algunas de las valoraciones morales eclesiales, colaborar con valentía en la transformación del mundo y vivir en la permanente tensión de "estar en el mundo pero sin ser del mundo". La Carta a Diogneto sigue siendo una fuente de inspiración para este nuevo impulso. El prolongado diálogo posterior a la conferencia se centró, sobre todo, en cómo lograr una mejor articulación entre el Evangelio, la moral y las leyes civiles.

La segunda conferencia se centró en la evangelización impulsada por el Vaticano II y en cómo la Orden puede afrontar hoy este desafío, a cargo del dominico francés fr. Hervé Legrand OP, del Instituto Católico de París. Se refirió a la ambigüedad del concepto de secularización, prefiriendo describir algunos rasgos de la secularización como proceso, para concluir que el proceso de secularización en occidente ha revelado un déficit de inculturación de la fe cristiana en el contexto europeo. La inculturación no es una mera adaptación al mundo, ni supone asumir los criterios culturales como criterios de interpretación del Evangelio. Se trata de favorecer una confrontación real de nuestros contemporáneos con el Evangelio, sin que la cultura cristiana aparezca como arcaica. Lo que implica comprender y amar nuestra sociedad. Para superar este déficit de inculturación en Europa propone desarrollar la eclesiología de comunión del Vaticano II, siendo capaces de debatir más sincera y abiertamente los problemas en la Iglesia, potenciar la sinodalidad y fomentar los valores democráticos. Pero ¿cómo afrontar la evangelización de quienes ya no vienen a la Iglesia? Para ello propone salir al encuentro de las demandas de espiritualidad y del interés por lo sagrado (sobre todo, por el arte sacro y su potencial espiritual), desarrollar buenas competencias en el ámbito de lo interreligioso, y renovar el lenguaje para la transmisión de la fe a través de los nuevos medios de comunicación. Concluyó refiriéndose a algunos aspectos de la formación dominicana que promuevan una evangelización mejor inculturada en Europa.

La tercera ponencia fue a cargo del dominico alemán Ulrich Engel, OP, del Instituto M.-Dominique Chenu de Berlín, sobre la inspiración del Vaticano II para la Orden Dominicana hoy en Europa. Su exposición se centró en cuatro aspectos en los que la predicación dominicana puede ejercer de mediación en las diferencias entre la sociedad y la Iglesia. Primero, potenciar un quehacer teológico local europeo en el contexto de la Iglesia universal policéntrica. Segundo, el ejercicio teológico como "intellectus amoris" en el marco de las realidades de injusticia y exclusión. Tercero, ser capaces de desarrollar un quehacer teológico que integre varones y mujeres, laicos y religiosos, en el ámbito de la familia dominicana. Cuarto, desarrollar el ámbito de la predicación como "traducción" del mensaje cristiano en una sociedad postsecularizada.

A continuación, tres provinciales, los de Polonia, Portugal e Inglaterra, presentaron la experiencia de sus provincias respectivas en la recepción del Vaticano II y cómo han contribuido a construir la Iglesia evangelizadora y dialogante que impulsó el Concilio. El diálogo posterior entre los asistentes se centró en tres ámbitos. Primero, el papel de la vida comunitaria fraterna en la evangelización, y cómo aquélla se ve afectada por el individualismo, la diversidad intergeneracional, el impacto de las nuevas tecnologías... y la necesidad de recuperar la dimensión comunitaria del estudio y la formación intercultural e internacional. Segundo, la misión compartida con el laicado y el desafío de las potencialidades de la familia dominicana para la evangelización. Tercero, la integración positiva de identidad y apertura, convicción y diálogo, para la evangelización, junto a la necesidad de la formación para saber dialogar con lo secular, tanto en el nivel de las competencias intelectuales como en el de las habilidades socio-emocionales.

El Maestro de la Orden, fr. Bruno Cadoré, presentó algunos de los rasgos de la sociedad europea, como las heridas de su reciente historia; la urgencia de los excluidos o víctimas de la crisis económica e inmigración; las tensiones del pluralismo religioso; la tentación del "identarismo"... para subrayar la misión de comunión y reconciliación a la que estamos convocados. Luego, presentó las principales líneas de su informe al próximo capítulo general de Trogir (Croacia), con dos principios transversales: la importancia de "salir" de las posiciones establecidas y la llamada de los "olvidados" del mundo. Invitó a no ser sólo admiradores de los gestos del Papa Francisco sino imitadores suyos que compartan y desarrollen esos gestos. También presentaron su informe los socios del Maestro para vida apostólica, vida intelectual y la oficina de solidaridad.

El encuentro se completó con una visita al noviciado de Worms y un encuentro con la joven comunidad de formación en Maguncia. La liturgia en los tres idiomas oficiales de la Orden, los momentos de fraternidad compartida y de reuniones regionales completaron el encuentro de la IEOP de 2013 en Maguncia.

         Fuente: http://www.periodistadigital.com/religion/vida-religiosa/2013/04/10/como-estamos-construyendo-la-iglesia-del-concilio-vaticano-ii-religion-iglesia-provinciales-dominicos-europa-carballo.shtml

martes, 2 de abril de 2013

Paradigmas... sin parches.

Parar la rueda bloqueando sus radios.
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Pedro Casaldáliga - Miércoles 30 de Abril del 2008

(JPG)Estoy leyendo una biografía de Dietrich Bonhoeffer, titulada, muy significativamente,"Tendríamos que haber gritado". Bonhoeffer...

Advertía también que «quien no haya gritado contra el nazismo no tiene derecho a cantar gregoriano». Y llegaba finalmente, ya en vísperas de su martirio, a esta conclusión militante: «Hay que parar la rueda bloqueando sus radios». No bastaba entonces con socorrer puntualmente a las víctimas trituradas por el sistema nazi, que para Bonhoeffer era la rueda; y no nos pueden bastar hoy el asistencialismo y las reformas-parche frente a esa rueda que para nosotros es el capitalismo neoliberal con sus radios del mercado total, del lucro omnímodo, de la macro-dictadura económica y cultural, de los terrorismos de estado, del armamentismo de nuevo creciente, del fundamentalismo religioso, de la devastación ecocida de la tierra, del agua, de la floresta y del aire.
No podemos quedarnos estupefactos delante de la iniquidad estructurada, aceptando como fatalidad la desigualdad injusta entre personas y pueblos...
Es tiempo de paradigmas. Hoy creo que se deben citar como paradigmas mayores y más urgentes, los derechos humanos básicos, la ecología, el diálogo intercultural e interreligioso y la convivencia plural entre personas y pueblos. Estos cuatro paradigmas nos afectan a todos, porque salen al encuentro de las convulsiones, objetivos y programas que está viviendo la Humanidad maltratada, pero siempre esperanzada aún.
Con tropiezos y ambigüedades Nuestra América se mueve hacia la izquierda; «nuevos vientos soplan en el Continente»; estamos pasando «de la resistencia a la ofensiva»...
Nuestra Iglesia de América Latina y del Caribe, en Aparecida, si no fue el Pentecostés que queríamos soñar, fue una honda experiencia de encuentro entre los obispos y el pueblo; y confirmó los trazos más característicos de la Iglesia de la Liberación: el seguimiento de Jesús, la Biblia en la vida, la opción por los pobres, el testimonio de los mártires, las comunidades, la misión inculturada, el compromiso político...

Documento de Aparecida.

Resumen de los documentos de Aparecida (CELAM, 2007)
6. La tercera parte ingresa plenamente en la misión actual de la Iglesia latinoamericana y caribeña. Conforme al tema se la formula con el título La vida de Jesucristo para nuestros pueblos. Sin perder el discernimiento de la realidad ni los fundamentos teológicos, aquí se consideran las principales acciones pastorales con un dinamismo misionero. En un núcleo decisivo del Documento se presenta La misión de los discípulos misioneros al servicio de la vida plena, considerando la Vida nueva que Cristo nos comunica en el discipulado y nos llama a comunicar en la misión, porque el discipulado y la misión son como las dos caras de una misma medalla. Aquí se desarrolla una gran opción de la Conferencia: convertir a la Iglesia en una comunidad más misionera. Con este fin se fomenta la conversión pastoral y la renovación misionera de las iglesias particulares, las comunidades eclesiales y los organismos pastorales. Aquí se impulsa una misión continental que tendría por agentes a las diócesis y a los episcopados (capítulo siete). 

Luego se analizan algunos ámbitos y algunas prioridades que se quieren impulsar en la misión de los discípulos entre nuestros pueblos al alba del tercer milenio. En El Reino de Dios y la promoción de la dignidad humana se confirma la opción preferencial por los pobres y excluidos que se remonta a Medellín, a partir del hecho de que en Cristo Dios se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza, se reconocen nuevos rostros de los pobres (vg., los desempleados, migrantes, abandonados, enfermos, y otros) y se promueve la justicia y la solidaridad internacional (capítulo ocho). Bajo el título Familia, personas y vida, a partir del anuncio de la Buena Noticia de la dignidad infinita de todo ser humano, creado a imagen de Dios y recreado como hijo de Dios, se promueve una cultura del amor en el matrimonio y en la familia, y una cultura del respeto a la vida en la sociedad; al mismo tiempo se desea acompañar pastoralmente a las personas en sus diversas condiciones de niños, jóvenes y adultos mayores, de mujeres y varones, y se fomenta el cuidado del medio ambiente como casa común (capítulo nueve). 

En el último capítulo, titulado Nuestros pueblos y la cultura, continuando y actualizando las opciones de Puebla y de Santo Domingo por la evangelización de la cultura y la evangelización inculturada, se tratan los desafíos pastorales de la educación y la comunicación, los nuevos areópagos y los centros de decisión, la pastoral de las grandes ciudades, la presencia de cristianos en la vida pública, especialmente el compromiso político de los laicos por una ciudadanía plena en la sociedad democrática, la solidaridad con los pueblos indígenas y afrodescendientes, y una acción evangelizadora que señale caminos de reconciliación, fraternidad e integración entre nuestros pueblos, para formar una comunidad regional de naciones en América Latina y El Caribe (capítulo diez).

América Latina 2007.

Las 10 claves de Benedicto XVI para América Latina.
Su discurso ante los obispos de la CELAM en Aparecida marca diez puntos esenciales en el camino de la Iglesia iberoamericana. Presentamos aquí algunas ideas que nos han parecido esenciales en las exposiciones del Papa ante los obispos de América Latina reunidos en la CELAM. Es una especie de hoja de ruta para la Iglesia en los años por venir y un análisis de nuestra situación actual. 

1 - El cristianismo fecundó y mejoró las culturas indígenas
No tiene sentido querer volver al pasado pagano por la vía del indigenismo. Las culturas latinoamericanas son fruto de un mestizaje entre el Evangelio y muchos elementos precolombinos. Hay una religiosidad popular sincera y auténtica, por ejemplo ante santos patronales o la Virgen (Guadalupe, Aparecida, etc...) que la Iglesia ha de "proteger, promover y en casos necesarios, purificar". Va ligado a un amor a la Iglesia Universal.

2 - Ni regímenes autoritarios ni una economía tan liberal que genere pobreza
Vuelven ideologías autoritarias que se creían superadas (el Papa no menciona cuáles, pero todo el mundo piensa en autoritarismos como el de Venezuela o Bolivia, de trasfondo post-comunista). Pero hay otro peligro: se aplica una economía liberal en algunos países sin tener en cuenta la equidad, y en muchos ambientes crece la pobreza.

3 - Entre las sectas y el secularismo
"Se percibe un cierto debilitamiento de la vida cristiana en el conjunto de la sociedad y de la propia pertenencia a la Iglesia católica debido al secularismo, al hedonismo, al indiferentismo y al proselitismo de numerosas sectas, de religiones animistas y de nuevas expresiones seudoreligiosas."

4 - Sólo Dios nos mostrará la realidad: los sistemas sin Dios fracasaron
"Sólo quien reconoce a Dios, conoce la realidad y puede responder a ella de modo adecuado y realmente humano. La verdad de esta tesis resulta evidente ante el fracaso de todos los sistemas que ponen a Dios entre paréntesis."

5 - Hay que priorizar la misa, y mejor si van los padres con los hijos
"La Eucaristía es el alimento indispensable para la vida del discípulo y misionero de Cristo. De aquí la necesidad de dar prioridad, en los programas pastorales, a la valorización de la Misa dominical. Hemos de motivar a los cristianos para que participen en ella activamente y, si es posible, mejor con la familia. La asistencia de los padres con sus hijos a la celebración eucarística dominical es una pedagogía eficaz para comunicar la fe y un estrecho vínculo que mantiene la unidad entre ellos."

6 - El marxismo y el capitalismo hicieron promesas falsas y lo sufren las personas
"Tanto el capitalismo como el marxismo prometieron encontrar el camino para la creación de estructuras justas y afirmaron que éstas, una vez establecidas, funcionarían por sí mismas; afirmaron que no sólo no habrían tenido necesidad de una precedente moralidad individual, sino que ellas fomentarían la moralidad común. Y esta promesa ideológica se ha demostrado que es falsa. Los hechos lo ponen de manifiesto. El sistema marxista, donde ha gobernado, no sólo ha dejado una triste herencia de destrucciones económicas y ecológicas, sino también una dolorosa destrucción del espíritu. Y lo mismo vemos también en occidente, donde crece constantemente la distancia entre pobres y ricos y se produce una inquietante degradación de la dignidad personal con la droga, el alcohol y los sutiles espejismos de felicidad."

7 - La Iglesia no debe hacer política, pero sí formar conciencias y enseñar los grandes criterios
"Si la Iglesia comenzara a transformarse directamente en sujeto político, no haría más por los pobres y por la justicia, sino que haría menos, porque perdería su independencia y su autoridad moral, identificándose con una única vía política y con posiciones parciales opinables. La Iglesia es abogada de la justicia y de los pobres, precisamente al no identificarse con los políticos ni con los intereses de partido. Sólo siendo independiente puede enseñar los grandes criterios y los valores inderogables, orientar las conciencias y ofrecer una opción de vida que va más allá del ámbito político. Formar las conciencias, ser abogada de la justicia y de la verdad, educar en las virtudes individuales y políticas, es la vocación fundamental de la Iglesia en este sector."

8 - Los laicos tienen la responsabilidad de combatir las injusticias sociales, económicas y políticas
"Los laicos católicos deben ser conscientes de su responsabilidad en la vida pública; deben estar presentes en la formación de los consensos necesarios y en la oposición contra las injusticias".

9 - La familia está atacada por el secularismo, la emigración y el machismo
La familia, "patrimonio de la humanidad", constituye uno de los tesoros más importantes de los pueblos latinoamericanos. Ella ha sido y es escuela de la fe, palestra de valores humanos y cívicos, hogar en el que la vida humana nace y se acoge generosa y responsablemente. Sin embargo, en la actualidad sufre situaciones adversas provocadas por el secularismo y el relativismo ético, por los diversos flujos migratorios internos y externos, por la pobreza, por la inestabilidad social y por legislaciones civiles contrarias al matrimonio que, al favorecer los anticonceptivos y el aborto, amenazan el futuro de los pueblos. En algunas familias de América Latina persiste aún por desgracia una mentalidad machista, ignorando la novedad del cristianismo que reconoce y proclama la igual dignidad y responsabilidad de la mujer respecto al hombre.

10 - Que el Estado apoye a las madres "full time" y que los padres ejerzan de padres
"Las madres que quieren dedicarse plenamente a la educación de sus hijos y al servicio de la familia han de gozar de las condiciones necesarias para poderlo hacer, y para ello tienen derecho a contar con el apoyo del Estado. En efecto, el papel de la madre es fundamental para el futuro de la sociedad. El padre, por su parte, tiene el deber de ser verdaderamente padre, que ejerce su indispensable responsabilidad y colaboración en la educación de sus hijos. Los hijos, para su crecimiento integral, tienen el derecho de poder contar con el padre y la madre, para que cuiden de ellos y los acompañen hacia la plenitud de su vida. Es necesaria, pues, una pastoral familiar intensa y vigorosa. Es indispensable también promover políticas familiares auténticas que respondan a los derechos de la familia como sujeto social imprescindible. La familia forma parte del bien de los pueblos y de la humanidad entera".



lunes, 11 de marzo de 2013

Benedicto XVI visto por D. Ricardo. (2)



Homilía de D. Ricardo Blázquez, domingo, 24 de febrero de 2011.

El lunes día 11 de febrero comunicó Benedicto XVI, en un consistorio de cardenales, la decisión libre de renunciar al ministerio de Obispo de Roma, sucesor de San Pedro. Orando y reflexionando ante Dios ha llegado a la certeza de que por el bien de la Iglesia, dada su edad de casi 86 años no tiene ya fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio que le fue confiado el 19 de abril de 2005. La Sede  de San Pedro queda vacante el día 28 de febrero a las veinte horas.
La presente celebración ha sido convocada para agradecer a Dios el ministerio de Benedicto XVI. A la Eucaristía, que es siempre por su misma naturaleza acción de gracias a Dios por la entrega de su Hijo Jesucristo, unimos hoy como Iglesia diocesana este motivo de especial gratitud.
Un manojo de sentimientos se unieron en nuestro espíritu ante la noticia de la renuncia: El estupor con la sorpresa, desconcierto, pregunta, silencio y paralización que provoca; el respeto ante la decisión tomada en la conciencia iluminada por Dios ante la cual nos detenemos como en el umbral de  un santuario; nos queda un cierto deje de tristeza y sensación de pérdida;  el afecto cordial a su persona por su dedicación sin reservas y por su entrega sacrificada a la misión encomendada por el Señor; y ante todo y sobre todo un sentimiento de honda gratitud por su ministerio tan intenso y generoso; estamos convencidos de que ha sido un don de Dios para la Iglesia y la humanidad. Nos unimos  al Papa Benedicto XVI en la confianza de que el Señor  conduce la Iglesia a través de los diversos acontecimientos, también en la hora presente de la historia. Esta confianza, como hemos podido percibir, ha otorgado a Benedicto serenidad, y a nosotros nos ayuda a unir la gratitud por el ministerio de Benedicto XVI a punto de concluir con la esperanza en el servicio  del nuevo Papa que pronto recibiremos. ¡Gracias; Santo Padre!.
Quiero subrayar dentro de esta celebración en el presente coyuntura tan importante para Benedicto XVI y para la vida de la Iglesia, unas palabras de Jesús dirigidas a Pedro en el pórtico de la pasión: "Simón, yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te hayas convertido confirma a tus hermanos" (cf. Lc.22,32). El sucesor de Pedro, Benedicto XVI, nos ha confirmado en la fe en una situación marcada por la incertidumbre, la confusión y la búsqueda de nuevos horizontes misioneros. A la sombra del Papa y custodiados por él, nos hemos sentido como hijos seguros y bien protegidos. Con su penetración nos ha potenciado la mirada para diagnosticar las luces y las oscuridades de nuestro mundo y las necesidades de la misión de la Iglesia. El Papa por su ministerio es maestro en la fe; pues bien, esta dimensión ha brillado de manera eminente en los casi ocho años del ministerio petrino ejercido por Benedicto XVI. El Papa es fundamento y principio visible de unidad de toda la Iglesia en la fe y el amor. En una situación indigente de luz nos ha ayudado a profesar la fe cristiana con mayor fidelidad y lucidez; de este servicio se han beneficiado también otras confesiones cristianas, como algunos han reconocido.
Hay homilías de Benedicto XVI que pueden formar parte de una antología juntas con otras de San León Magno y San Agustín. Son textos claros, profundos, sencillos, espirituales y bellos. Ha simplificado lo más complejo sin perder hondura y riqueza. Hemos experimentado el gozo de entenderlo y de ser entendidos por él a la hora de exhortarnos. Hemos sido edificados constantemente por su predicación en la fe, el amor y la esperanza. La publicación de sus escritos que por diferentes  vías han llegado hasta nosotros, nos ha abastecido de piezas realmente escogidas.
Su vida larga, dedicada intensamente al estudio, a la reflexión y a la escritura ha desembocado con este extraordinario bagaje en la Cátedra de Pedro. En ocasiones  singulares, donde se había creado una gran expectación, como intervenciones en universidades, diálogos con intelectuales abiertos al sentido de la existencia, discursos en parlamentos, ha emitido diagnósticos hondos y acertados. Estos discursos luminosos han mostrado cuál es el lugar de la fe cristiana y de la Iglesia en nuestro mundo. Ha defendido la fe en Dios que no se identifica con el irracionalismo ni debe ceder a la violencia. En nuestro mundo plural ha apuntado a una forma nueva y respetuosa de relacionarse la Iglesia con las sociedades, los estados y las religiones. Se ha acercado con la doble antorcha de la fe y de la razón a un mundo que frecuentemente se olvida de Dios; y ha pedido a la humanidad que no se desentienda de la verdad. Sin verdad sobreviene el caos y nos cerramos a un futuro realmente humano. Ha prestado a todos, creyentes y no creyentes, cristianos y no cristianos, católicos y no católicos un impagable servicio orientador que no debe ser preterido. Estas intervenciones forman un conjunto que por su lucidez, perspicacia, hondura en la verdad y generosidad en el amor deben ser recordadas y releídas. Su ministerio y su persona han sido como un faro de Dios en medio del mundo.
Todo esto confluye en la Nueva Evangelización, que siguiendo la invitación de Juan Pablo II, ha proseguido Benedicto XVI. Para afrontar la Nueva Evangelización nos ha ofrecido orientaciones fundamentales. Ante la necesidad evangélica de purificar la Iglesia, Su Santidad Benedicto XVI, apoyado en el Señor, con la valentía que confiere la humildad, ha llevado a cabo una tarea que es también guía para el futuro. ¡Cuánto ha deseado Benedicto XVI que la Luz de Cristo vencedor del pecado y de la muerte brille en el rostro de la Iglesia para irradiarla a la humanidad, como enseñó el Concilio Vaticano II, en que el joven teólogo Joseph Ratzinger participó.
Cuando el cardenal Ratzinger esperaba que le fuera aceptada la renuncia varias veces presentada como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que ejerció muchos años durante los cuales fue para Juan Pablo II apoyo seguro y vigoroso, se había propuesto escribir un libro sobre Jesús de Nazaret, teniendo como referente " El Señor" de su profesor Romano Guardini, en esa situación, murió Juan Pablo II y fue elegido él como sucesor. Algo de su renuncia instintiva y de su obediencia a Dios ha dejado entrever en algunas ocasiones. Ha vivido ante Dios renunciando a sus proyectos cuando el Señor le pidió un duro servicio como a "humilde siervo en su viña" y aceptando los caminos providenciales de Dios.
Escribir el libro de Jesús de Nazaret fue un proyecto de su vida, no simplemente académico, acariciado durante muchos años. En medio de incontables tareas y preocupaciones, interrumpiendo mil veces la redacción, con perseverancia y sin desmayos, nos ha ofrecido en tres volúmenes sus reflexiones como teólogo, siendo Papa; este escrito, sin mezclar indebidamente competencias, ha contribuido también a su misión de Pastor y de Maestro de la Iglesia universal. Su larguísima preparación y su reflexión sobre la cuestión de Jesús tal y como se ha planteado en nuestro mundo le ha conducido a realizar en unas condiciones poco propicias, un trabajo que es un servicio inapreciable para nosotros: El Jesús real no se identifica con el reconstruido por la investigación histórico-crítica, sino con el reconocido uniendo el estudio histórico y la fe cristiana. La fe cristiana no tergiversa sino confiere una mirada más honda sobre Jesús de Nazaret. Con la luz de la fe confesamos a Jesús desfigurado en Getsemaní y transfigurado en el Monte Tabor, como hemos escuchado en el Evangelio. Siempre unió el Papa Ratzinger la responsabilidad ante la fe y la razón, la profesión creyente en Jesús y el respeto de la historia; la fe busca entender y el deseo de entender la fe. Con su manera de proceder ha sido un maestro de metodología teológica.Los espíritus más perspicaces de nuestro tiempo han entendido que la fe da también un impulso a la razón para que no decaiga su atrevimiento ni se resigne a tratar sólo lo funcional, verificable y cuantitativo. La razón debe ampliar su campo a muchas realidades humanas que forman parte de la vida del hombre, entre ellas la apertura a la trascendencia.
Benedicto XVI no se ha aferrado al poder ni ha huído ante las dificultades. Por amor a la Iglesia ante la constatación de sus fuerzas ya escasas e incesantemente venidas a menos y ante la complejidad del ministerio petrino en nuestro tiempo, consciente de que ya no puede ejercerlo adecuadamente, ha llegado a la certeza en la presencia de Dios, que es el testigo de los movimientos del corazón, de que en adelante puede servir mejor a la Iglesia en la oración y la vida escondida. En el dinamismo de su fragilidad creciente y los desafíos actuales a la fe y a la Iglesia, antes de llegar a situaciones más apuradas, ha tomado la decisión totalmente libre de renunciar. En esta determinación tan importante se han aunado la obediencia a Dios, Señor de nuestros límites, el amor a la Iglesia, por la que ha trabajado tanto en diversos lugares y tareas, la humildad con la que aceptó el ministerio de Pedro y con que renuncia a él, la valentía para adoptar una decisión de esta envergadura que prácticamente no tiene precedentes pero que probablemente sentará precedentes. La humildad cristiana no encoge el ánimo sino otorga valentía para tomar las decisiones en conciencia ante Dios, sin buscar el aplauso ni temer la incomprensión.
Hace unos días nos pidió Benedicto XVI que oráramos por él; al dar gracias a Dios por su ministerio y su vida, le encomendamos a Él. Lo confiamos especialmente a la Ntra. Señora de Altötting, a cuyo santuario peregrinó desde pequeño. Nos unimos a su plegaria para que "asista con su maternal bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice". Os agradezco, queridos hermanos, vuestra presencia y participación en la presente celebración.

Benedicto XVI visto por D. Ricardo. (1)




ENTREVISTA.  Valladolid, 27 febrero 2013. (COLPISA, J. I. Foces). 

Monseñor Ricardo Blázquez es uno de los prelados españoles que mejor conoce a Joseph Ratzinger. Compartió con él nueve años de estrecho trabajo cuando el hasta esta tarde Papa presidía la Congregación para la Doctrina de la Fe. Además, como teólogo, Ratzinger es uno de los grandes maestros de Blázquez. Horas antes de que el Papa haga efectiva su renuncia a la sede de Roma, el prelado vallisoletano lanza a la sociedad, a los creyentes y no creyentes, un mensaje de esperanza ante la situación a la que se enfrenta la Iglesia. Se declara sereno y plenamente confiado en que los cardenales elegirán a un sucesor de Ratzinger que «hará suyas» las aspiraciones, pero también las tribulaciones, de la Humanidad. En la hora de la despedida a su maestro, Blázquez asevera con rotundidad: «Benedicto XVI nos ha confirmado en la fe». 

-A las ocho de la tarde de mañana queda vacante la sede papal. ¿A qué debe tenerle miedo un católico? 
-Por encima de las incertidumbres, nosotros como cristianos nos confiamos a la providencia de Dios. Y si el Papa ha tomado la decisión que ha tomado por el bien de la Iglesia, prosigamos sin miedos. Es verdad que hay dificultades, que la situación general del mundo es de inseguridad, de malestar... Y en medio de todo esto yo me confío a la providencia de Dios. 

-«Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas». ¿Se puede aplicar a este momento, a modo de metáfora, esta frase evangélica? 
-No, no. Yo creo que no. Cada Papa imprime su propia personalidad en el ministerio pretino que recibe. Los papas que con mayoría de edad que yo he conocido, así lo han hecho. Cada uno ha ido dejando su propia marca, de modo que ningún Papa tiene tal capacidad ni de convocar él solo, el Señor es quien convoca, ni tampoco de que a su desaparición o a su renuncia se disperse el rebaño. 

-«El deseo de recobrar la unidad de todos los cristianos es un don de Cristo y una llamada del Espíritu Santo.» (Concilio Vaticano II). Ratzinger ha abogado durante su papado por el diálogo ecuménico, pero es una tarea que queda pendiente. ¿Cómo podemos valorar los avances conseguidos por este Papa? 
-Sin duda que el diálogo ecuménico fue uno de los grandes objetivos del Vaticano II, que cada uno de los papas ha sentido como una responsabilidad particular. Se puede certificar por mil manifestaciones y actuaciones. En el caso del Papa Benedicto XVI también ha ocurrido así. Ha tenido una relación muy estrecha con el Patriarcado de Constantinopla y también con el de Moscú. Yo no puedo olvidar la celebración, preciosa, que en el Sínodo dedicado a la Palabra de Dios tuvimos el 18 de octubre en la Capilla Sixtina, el día de San Lucas, en el que presidieron la celebración el Papa Benedicto XVI y el Patriarca de Constantinopla. Se veía claramente la fraternidad, el aprecio recíproco, el respeto mutuo. El Papa lo presentó y cedió la palabra al patriarca de Constantinopla en un acto del Sínodo. Todos lo escuchamos con gran respeto. En este sentido creo que se ha ido avanzando, pero la cuestión ecuménica es de largo recorrido, no se trata de arreglos, componendas políticas y de apariencias, sino de ir al fondo de la cuestión. Pero, gracias a Dios, prosigue. Y con avances. 

-Ya que mencionamos el Concilio Vaticano II, en vísperas de un cambio de Papa, ¿dónde queda el Concilio? ¿Sigue en vigor en su totalidad, solo en parte, es recuperable? 
-A los cincuenta años del comienzo del Concilio, tengo la impresión de que ya una serie tanto de actitudes, como de fijación en personajes y acontecimientos, ha pasado a otro plano. Con la distancia del tiempo, van emergiendo las auténticas aportaciones y los, todavía, desafíos por llevar a cabo. En este sentido, me impresionó muchísimo, la estuve leyendo hace un par de días en 'L'Osservatore Romano', la charla que tuvo con el clero de Roma, ya después de anunciada la renuncia, en la que recordó su presencia en el Concilio y las aportaciones principales del Concilio. Es de tal lucidez, que quedé asombrado. Se ve como con el paso del tiempo se van cribando muchas cosas y va quedando lo fundamental. Tiene unas reflexiones sobre la Iglesia, sobre la relación Sagrada Escritura-Iglesia-Tradición, sobre la liturgia y sobre la relación de la Iglesia con el mundo contemporáneo, que son cuatro centros que el Concilio trató con mucho detenimiento, que a mi me dejaron admirado. Sus recuerdos, impresiones detalladas, sin papeles, porque además el propio Papa dice que por los acontecimientos de los últimos días no pudo preparar nada por escrito, dignas de ser analizadas. 

-En la Eucaristía del domingo pasado en la catedral usted ya dejó claro que, al margen de la decisión de dimitir, el ministerio de Ratzinger ha sido intenso y generoso. Lo calificó de 'faro de Dios'. El pensamiento germánico de Ratzinger ha tenido su traslación a España, donde Olegario González de Cardedal sea posiblemente su máxima expresión. ¿Deja huella, por tanto, y huella visible?
-Evidentemente. Benedicto XVI llegó al papado con una trayectoria teológica y un bagaje teológico y cultural realmente inmensos. Y todo eso lo ha puesto a disposición del ministerio petrino. Desde muy pronto, Ratzinger fue un teólogo muy conocido y muy apreciado. En estos días se ha recordado como él era ya profesor de Teología en Bonn y el cardenal Siri, arzobispo de Génova, invitó al cardenal Joseph Frings a dar una conferencia. Este acudió al entonces profesor Ratzinger para ver si le podía preparar el texto, dado que el volumen de trabajo que el cardenal tenía le impedía redactarla él mismo. Pronunció la conferencia en Génova y produjo un eco de admiración y elogio que llegó a la Santa Sede. Tanto es así, que Juan XXIII le pidió al cardenal Frings si podía visitarle. Este dudaba si habría hecho algo que provocase una reprimenda papal, pero no, el Papa Juan XXIII le dijo que lo que había dicho Frings en esa conferencia era lo que él pensaba, pero que no le salían las palabras. Frings llevó a Ratzinger al Concilio como su asesor personal, en el primer periodo. Y en el segundo ya fue nombrado miembro de la comisión central de la preparación de las sesiones. Fue muy estimado. Siempre iba a las cuestiones centrales, a lo esencial, con unos planteamientos muy transparentes. Ratzinger ha sido un maestro de la palabra, particularmente la escrita. Qué bien dice las cosas, cómo las simplifica, cómo lo más profundo emerge para ser entendido por todos. La gente ha tenido la satisfacción de entenderle, lo cual produce un gozo también cuando se escucha. Y siempre ha formulado las cosas con gran espiritualidad y de una manera muy bella. De modo, que hay muchas piezas de él, muchas homilías, que pueden formar parte de una antología de homilías de la historia de la Iglesia, como San Gregorio Magno, San Agustín, San Bernardo... Él llegó con un bagaje, que fue un pilar fundamental del Pontificado de Juan Pablo II, y ha continuado haciendo lo que, según su trayectoria y según el ministerio que había recibido, creía que debía hacer. A mi en este sentido me parece que Benedicto XVI nos ha confirmado en la fe, nos ha clarificado muchas cosas que a veces las conclusiones ambientales nos podían oscurecer. 

-¿Cómo ha sido su relación con Ratzinger? De usted se ha hablado estos años como uno de los prelados españoles al que el propio Papa le encargó determinadas misiones, y la relacionada con los Legionarios de Cristo es quizás la más visible. 

-A Joseph Ratzinger lo vi por primera vez en Munich a comienzos de los 70. Con él tuve mucha relación porque durante nueve años presidí la Comisión para la Doctrina de la Fe y él era el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Teníamos frecuentemente reuniones. Y tengo que decir que siempre percibí en él a una persona delicada, atenta, inteligente, con un enorme respeto. Nos preguntaba siempre si podíamos hacer tal o cual cosa, y si desde allí ellos podían hacer otra,... Quería que las cosas se hicieran sin descuidos, se hicieran bien. No se trataba de aplazar las cosas indefinidamente, no, sino de que se hicieran. De modo que yo abría los ojos cuando al ser nombrado Benedicto XVI nos decían que era como una especie de rottweiler germano y me preguntaba si los que decían eso lo conocían mínimamente. Él empezó a manifestarse pronto, a ser conocido, y ese castillo que querían construir algunos fue desmoronándose. Tuve aquellos años mucha relación con él, de lo que guardo un recuerdo estupendo. Cuando fue nombrado Papa, entre traducciones y originales suyos, yo tenía ya un metro de libros en la estantería. Tengo que reconocer que entre una media docena de teólogos, Ratzinger fue para mi uno los maestros. Ratzinger es uno de los grandes teólogos de la historia. 

Retrato del nuevo Papa.



·         > Hombre de Gobierno, buen pastor, teólogo. Y también mensajero de la fe y la moral de la Iglesia

El Papa perfecto ya existió. Fue Jesucristo. Él es el modelo que debe intentar imitar no sólo aquel que lleva sobre sus hombros la carga y la responsabilidad de ser su vicario en la tierra, sino todo bautizado. Para ser como Él, aquel al que elija esta semana el colegio cardenalicio, deberá ser ante todo alguien que luche con todas sus fuerzas por ser santo. Esa santidad no supondrá –en el caso de un hombre– la perfección absoluta, pues esa sólo la tiene Dios; pero sí implicará un honesto y tenaz esfuerzo por imitar al Santo entre los Santos, Cristo. En segundo lugar, tendrá que parecerse al Señor en su capacidad de ser un buen pastor, es decir en su empeño por defender a las ovejas del ataque de los lobos –y se las defiende, por ejemplo, manteniendo íntegro el mensaje de la fe y de la moral que la Iglesia ha custodiado con gran esfuerzo durante casi dos mil años–; este buen pastor deberá también estar dispuesto a cargar sobre sus hombros a las ovejas heridas por las luchas de la vida, haciendo todo lo posible por curarlas, tratándolas con misericordia, como corresponde al representante en la tierra del Dios que es la Divina Misericordia. Deberá además salir en busca de la oveja perdida, tanto de aquella que aún mantiene la fe pero ya no la practica, como de la que se alejó definitivamente de la casa del Padre; no deberá olvidar tampoco a esas otras ovejas que andan sin pastor, errantes, en parte porque nunca han oído hablar de Cristo. Naturalmente este Papa tendrá que ser también un hombre de gobierno, capaz de tomar decisiones que puedan parecer impopulares a los medios de comunicación, pero que sean coherentes con la doctrina del Divino Maestro. Y si, además, es experto en Teología y sabe comunicar lo que lleva en su mente y en su corazón, podríamos afirmar que la elección que hagan los cardenales ha sido la perfecta. Nosotros aún no conocemos quién será, cómo se llamará, de qué país vendrá o cual será el color de su piel. No lo saben ni siquiera los cardenales que lo elegirán. Pero hay alguien que sí lo sabe: el Espíritu Santo. Él lo llamó por su nombre hace años y lo ha preparado para este momento. El Papa perfecto, después de Cristo, ya está entre nosotros. Falta poco para conocerlo.
La Rzón.es.  10.03.2013

Una reflexión personal.



Quisiera compartir esta reflexión personal, hecha con modestia e incluso con un poco de temor y temblor.

Me da qué pensar la alusión que hizo el Santo Padre, en la homilía del pasado Miércoles de Ceniza, a la unidad del “cuerpo eclesial” y a los “individualismos y rivalidades”. Parece apuntar a un asunto grave; y no cabe duda de que el Papa sabía la trascendencia de sus palabras ante cardenales, personal de la Curia y fieles de distinta procedencia y  compromiso eclesial. Por ello, me afirmo en estas cuatro realidades, de cara a la próxima elección papal que para algunos miembros de la jerarquía “no cambiará nada en la Iglesia”.

Primera: El cónclave lo componen cardenales santos y pecadores. Esta realidad fue introducida en el mundo por la libertad humana, y ahora forma parte del plan divino.

Segunda: A los fieles no nos llega casi nada de los manejos humanos y perversos del “cuerpo eclesial”, ya que los pastores de la Iglesia tienen miedo a que nos escandalicemos. Y esto, a pesar de que el Papa Benedicto XVI insistió bastante en la transparencia en todos los ámbitos.

Tercera: La fe-esperanza cristiana nos asegura la asistencia de Dios en la vida de la Iglesia.

Y cuarta: Nosotros hemos de intensificar esa oración constante y confiada que Jesús nos mandó; al tiempo que trabajamos sencillamente, y a ras de suelo, en la tarea diaria con verdadero estilo cristiano, aun viendo cómo parece cumplirse en las altas esferas eclesiales la profecía de Jesús: "y creerán hacer un servicio a Dios". (Jn.16,2)